-->

Artículos publicados




Oscilador RV vs RF, últimos comentarios




Herramienta de probabilidad de éxito




Zonas geográficas y sectores, últimos comentarios






EL ESCÉPTICO EMPÍRICO

CITAS DE UN ESCÉPTICO

Se suele confundir la ausencia de pruebas con la prueba de la ausencia

Ultimos comentarios sobre el mercado




Metodología market neutral

domingo, 11 de enero de 2009

¿En manos de quién estamos?

¿EN MANOS DE QUIÉN ESTAMOS?
CONTESTEN A ESTA PREGUNTA, EN ESTE ENSAYO LES APORTARÉ ALGUNAS RESPUESTAS

No seré el último en entonar lamentos y quejas por la actuación tan lamentable y viciada de nuestros próceres políticos y económicos. Es un mal muy extendido por todo el orbe aunque no pondría en duda que hasta incluso ellos pudieran creer que están obrando de la manera más adecuada, también el efecto manada juega aquí un papel primordial, siendo pocos los que escapan al arrastre intelectual y mediático de las modas financieras, generalmente orquestadas desde el mundo anglosajón.

Las servidumbres del ser humano, por su devenir evolutivo (nuestras herramientas intuitivas están adaptadas a entornos en los que la información viajaba a una velocidad infinitamente inferior a la actual), aderezadas con la necesidad de convivir con certezas, con historias que encadenen los acontecimientos y excesivamente dependientes de escuchar causas simples y concretas, y por último, sazonadas con el recidivante error de emplear las ciencias menos exactas como paradigmas sobre los que edificar el vital entramado socioeconómico que nos sustenta, sumergen al ciudadano de a pie en un entorno complejísimo, multivariante y con destellos de cierto parasitismo por parte de las elites financieras. Cierto que en las sociedades occidentales el libre albedrío es un hecho, aunque parece que está muy limitado y dirigido, en una relación que bien podría ser objeto de estudio por parte de los parasitólogos en lugar de por los economistas. Nosotros como hospedador, medramos hasta donde nos dejan y periódicamente sufrimos recaídas y catarsis por la excesiva presión a la que se aplican las elites. Al igual que en el ámbito biológico, los parásitos menos inocuos pueden abocar al hospedador a no sobrevivir, al desastre. Esta es la duda que trasciende y que me trasladan los, en teoría, mejor informados, el parásito se ha excedido y aún es pronto para asegurar que el hospedador saldrá indemne de esta última agresión financiera.



En el título lanzo una pregunta muy abierta, intentaré acotar la respuesta con las siguientes reflexiones. Durante las fechas navideñas ha caído en mis manos un libro del divulgador científico norteamericano Martin Gardner, impreso en 1985, (dentro del 2º mandato de Ronald Reagan como presidente de EEUU), con un capítulo dedicado a la economía y a los economistas, que me permite, 24 años después reivindicar nuevamente el papel del azar en el devenir de la civilización humana. Me he referido en el segundo párrafo de este texto a las ciencias menos exactas y como necesito hacer hincapié en este ámbito lo retomo. Entiendo por ciencia poco exacta aquella cuyos principios son los menos seguros y a pesar de ello se rigorizan, axiomatizan y generalizan con extremado esmero, como ejemplo, la economía y mantendré este aserto mientras haya observaciones que refuten (resalto aquí que no busco observaciones que corroboren, caería en el terreno de la falacia) la idea de la economía como ciencia exacta. Por esta razón y en el afán de generar conciencia, continuaré con el mantra de presentar la ciencia económica como un ámbito del saber excesivamente dependiente del azar.

Tras esta entradilla, les traslado algo del contenido del capítulo del libro de Gardner, del que ya conocen su ubicación temporal. Con la perspectiva que nos permiten 25 años de acontecimientos, Gardner nos relata las diatribas entre las principales corrientes económicas, los keynesianos que apoyan las políticas que incentivan la demanda frente a los monetaristas que mantienen la bondad de las políticas que animan la oferta. Los primeros eran denostados en aquella época por el periodo de estanflación que se había vivido en USA y que no era bien explicado por sus modelos, entre ellos la curva de Philips, mientras que los segundos eran la corriente en auge, ocupando el puesto que dejaban vacante los pensadores keynesianos (a los que ahora se está volviendo), apoyados en el creciente interés que suscitaban las teorías de oferta y encumbrando la curva de Laffer como paradigma irrefutable (que ironía, por supuesto desde la ventajosa posición de analizarlo 25 años después).


No ahondaré más en la parte teórica sobre estas curvas ya que en Internet hay información para aburrir, solo recordarles que tanto la curva de Laffer como la de Philips son demasiado simples para prestar servicio alguno, aparte de su valor como símbolo de una idea y sin embargo, las más brillantes mentes de aquella época las habrían defendido con su vida, como siempre apoyándose en observaciones que las corroboraban y desechando aquellas que las refutaban. En el caso de la curva de Laffer, se llegó a la denominada “curva neo-lafferiana” que consistía, para que se hagan una idea de lo complejo del entorno socioeconómico, en algo similar a lo que ven en el primer gráfico hasta el nivel en el que T1 corta por 2 veces la curva, a partir de ahí, hacia arriba, tendríamos una intrincada maraña, que aboca a la conclusión de que hay más de una tasa impositiva capaz de producir la recaudación máxima posible, de nuevo emergen las señales inequívocas del azar y de la dependencia de complejos análisis estadísticos.

El resto de la historia supongo que ya la conocen, los monetaristas han campado a sus anchas durante 25 años y tras los acontecimientos que estamos viviendo, las miradas tornan nuevamente hacia los keynesianos, aún a sabiendas que tampoco supieron, en el pasado, manejarse con las fuentes de incertidumbre que nos acosan por doquier.

Se que esta cascada de razonamientos de un escéptico no habrá conseguido que se cuestionen la parte axiomática y las certezas que certeramente han ubicado en sus mentes, por esta razón y por que considero que el lector que haya llegado hasta aquí es ahora más sensible y poroso a razonamientos que continúen en esta línea, reanudo la marcha en pos de reivindicar el azar como marco en el que se mueve todo aquél que se aproxima a los mercados financieros, como ámbito en el que buscar rentabilidad para su peculio.

La ciencia, incluso las disciplinas no exactas, se esmera en modelizar la realidad, con series de imágenes o modelos cada vez más realistas. Los más simples son continuos idealmente homogéneos (la física ha podido salir victoriosa identificando numerosos dominios en los que tales imágenes son extremadamente útiles) aunque en otros dominios la realidad se revela tan irregular y fraccionaria que los modelos continuos y perfectamente homogéneos fracasan y no alcanzan a servir ni como primera aproximación. Os alerto de un detalle nada baladí, todos los que ahora estéis leyendo este opúsculo ya tenéis la idea de CONTINUIDAD (salvo aquél que ya esté entrenado para deambular en entornos dinámicos no lineales) como punto de partida para descifrar lo que acontece en el entramado financiero.

Acometo ahora una reflexión ligera y descriptiva, siempre más eficaz que cualquier disertación generalista, para posteriormente volver al formalismo de las matemáticas y el azar, además si el problema que ahora plantearé nunca ha formado parte de alguna reflexión del lector, este hecho le habrá preservado de albergar prejuicios al respecto. Me adentro en el terreno de la dimensión. Imaginen una costa, con todas sus anfractuosidades. Desde la antigüedad el ser humano ha buscado aproximaciones o modelos que le permitieran describirla, prefiriendo los modelos geométricos para los que las correcciones fueran menores. Con suerte, tales correcciones podrían ser tan pequeñas que, aún suprimiéndolas, el modelo siguiera dando una buena idea de lo que se está estudiando. A nadie se le escapa lo intrincado, complicado y el desorden que caracteriza a las costas, consideradas como figuras geométricas, sin embargo, subyace un orden dependiendo de la escala a la que nos movemos. Podríamos decir que, a groso modo, los grados de irregularidad que corresponden a distintas escalas son iguales. Si nos apoyamos en las dimensiones euclideas, la línea quebrada de la costa, considerada como una idealización matemática, se considera una curva de dimensión superior a 1, aunque dicha dimensión dependerá de la escala (resolución). El hecho de que un resultado numérico dependa de la relación entre objeto y observador le aporta un inevitable sustrato subjetivo. La ciencia que se ocupa de la distribución en el espacio de los elementos y fenómenos que se desarrollan sobre la superficie de la Tierra es la geografía, aunque para escalas sumamente pequeñas, el concepto de costa deja de pertenecer a dicha disciplina (en concreto, la interfase agua, aire, roca pertenecerá a la física molecular, por poner un ejemplo).

Jugoso símil geográfico que no debe dejarnos indiferentes. Una diferencia entre los sistemas naturales (costas) y los artificiales (cualquier variable social como por ejemplo la cotización de un activo financiero) es que para conocer los primeros hay que utilizar la observación o la experiencia, mientras que para los segundos se llega a alcanzar tal complejidad y son tantas las influencias y variables que concurren que se tornan aparentemente incontrolables, aunque en posteriores artículos iremos viendo como algunas mentes privilegiadas (Mitchell Feigenbaum o Strogatz) han conseguido descubrir esquemas recurrentes de comportamiento en sistemas que tienden hacia el caos, ley de universalidad de Feigenbaum. No todo está perdido para los que necesitan cuasi certezas, aunque no deben auto engañarse, los mercados financieros entran dentro de lo que se conoce como sistemas dinámicos no lineales.

He ubicado el símil de la costa para resaltar el concepto de dimensión y de escala, e intentar extrapolarlo al ámbito bursátil. Embaucados por la idea de continuidad, adoctrinados por la matemática euclídea y gausiana, es lógico que los planteamientos largoplacistas tengan su público. Además la parcela empírica también corrobora la idea intuitiva de que a largo plazo los activos deben apreciarse (también desde la parcela empírica se acumulan observaciones que refutan este planteamiento). La economía como ciencia no exacta exige un dominio de actuación y probablemente lo tenga, aunque hay una escala, no excesivamente pequeña, aunque para mi imposible de precisar, a día de hoy, en la que el seguimiento de los mercados financieros deja de pertenecer a la disciplina de la ciencia económica y encuentra mayor eficiencia en el andamiaje formal y lógico de las matemáticas. Esta es la senda que decidí transitar desde hace muchos meses y desde esta tribuna les voy relatando mi aprendizaje empírico y escéptico.

Descarté, en época de bonanza económica, abandonarme a los cantos de sirena de la inversión siemprealcista, ahora inmersos en una crisis de desconocido calado, me resultaría irresponsable defender la tesis del largo plazo. Tras el evento de 1929, 25 años fueron necesarios para superar los máximos bursátiles previos. Apuesto por la gestión cuantitativa.

CORTO PLAZO (enfoque eminentemente intuitivo, aún a sabiendas de que es imposible adivinar el futuro):
Mantengo el sesgo pesimista para el primer semestre de este año, aunque resalto que no tiene por que ser malo, bursátilmente hablando, cuando miremos hacia atrás a finales de diciembre. Por el momento debemos transitar 2009 y a todas luces volverá a ser un año muy complicado. Hoy insertaré dos gráficos con herramientas propias con la intención de dilucidar dónde nos encontramos y que podemos esperar.

El primer gráfico presenta la curva generada por la distribución hipergeométrica de probabilidades al surtirla con datos mensuales de un oscilador seguidor de tendencias aplicado sobre cada valor individual de Eurostoxx 50. La denomino herramienta de probabilidad de éxito al implementar una cartera direccional alcista y pretende denotar nuestra probabilidad de salir victoriosos al montar una cartera alcista con valores de Eurostoxx. Resalto en el gráfico las fechas clave que generaron señales en 2003 y en 2007. La idea es entrar en renta variable cuando esta herramienta supera el 50% de probabilidad de éxito y salir de renta variable cuando lo pierde. En julio de 2007 traspasó a la baja el umbral del 50% avisando de riesgos, desde enero de 2008 nos dice que nuestra probabilidad de éxito al montar una cartera alcista es del 0%. Resalto con una elipse roja el periodo bajista de 2000 a 2003 en el que esta herramienta cifraba nuestra probabilidad de éxito en el 0%.

El segundo gráfico emplea también la distribución hipergeométrica de probabilidades aunque la surte con datos semanales de un oscilador seguidor de tendencias aplicado sobre cada valor de Ibex 35. Al emplear datos semanales, su interpretación es distinta, nos sirve para detectar extremos de mercado apoyándose en el concepto de opinión contraria. He realizado un montaje para comparar los máximos y mínimos relevantes del Ibex con los extremos que ha generado esta herramienta. Señalo con una elipse roja el momento actual, en niveles similares a los que alcanzó en noviembre de 07 y en mayo de 08 y que propiciaron posteriores correcciones de gran calado. Precaución.

RESUMIENDO:
Con los gráficos alerto de la elevada probabilidad de que el rebote en el que nos encontramos desde finales de octubre de 2008 esté próximo a finalizar o ya haya concluido. En cuanto a la pregunta que les lanzo en el título, cada uno debe encontrar su respuesta, la mía es el azar.

Un saludo

Leer más...